El convento del Santo Ángel de los Hermanos Menores Capuchinos de la ciudad de Córdoba, acogió el primer Encuentro de Hermandades Conventuales Pastoreñas, que se celebró el pasado sábado, 15 de febrero, en torno a la devoción a la Divina Pastora de las almas y que congregó a 200 participantes procedentes de las hermandades de Sevilla, Málaga, Jerez, Jaén, San Fernando, Sanlúcar de Barrameda, Motril, Melilla, junto a la de Córdoba, que fue la anfitriona.
Inmaculada Luque, hermana mayor del Redil cordobés, apuntaba que la idea «comenzó como un sueño» dentro de las corporaciones, que se fundaron al amparo de nuestra orden de frailes menores capuchinos, encargados de difundir la advocación en el siglo XVIII y a la cual pertenecía el padre de esta advocación, Fray Isidoro de Sevilla. «Queremos convivir junto a ellos y poner en común nuestra devoción por esta iconografía tan popular. Se escogió a Córdoba como anfitriona y comenzó el trabajo. La sorpresa fue rotunda cuando se apuntaron 200 personas, y nos vimos como en una nube», por este motivo se preparó un cartel con actos culturales y religiosos.
El día comenzó recorriendo la ciudad con visita a la Catedral y después ya en el convento, la convivencia se desarrolló en un ambiente de fraternidad. Un magnífico almuerzo en la huerta conventual aglutinó, además de devotos, a frailes capuchinos de toda Andalucía. Tras este se llevó a cabo una mesa redonda, seguido del rezo del santo rosario desde la iglesia del antiguo convento del Císter con el simpecado pastoreño de Córdoba regresando al templo del Santo Ángel, sede de la Hermandad cordobesa.
Concluía Inmaculada Luque diciendo que ha sido «una ocasión para que las personas que comparten la devoción por la Divina Pastora, advocación tan popular en toda Andalucía, pusieran en común su trabajo por seguir difundiéndola en el mundo del siglo XXI».
La siguiente cita para reunir a las Hermandades Conventuales será D. m. dentro de dos años y en ella se continuará con la unión que se ha mostrado en el encuentro de Córdoba y con su vinculación siempre dentro de la orden de hermanos menores capuchinos, de donde salió Fray Isidoro, quien tuvo la inspiración de ver a la Virgen María pastoreando almas.